miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nos acordaremos.

Estimado Grice, ¿has visto adónde estamos llegando en este país? Ya estamos logrando que los más jóvenes ejerzan el poder que entre todos les hemos otorgado. Ahora ya expresan su dominio más allá del hogar y la escuela y lo hacen en las calles y en las comisarías. Ya no se conforman con llamar "puta" a la madre y "payaso" al profesor cuando actúan contra sus deseos; ahora ya agreden a la policía y asaltan sus comisarías cuando estos intentan atentar contra su capricho. Parece mentira en lo que estamos quedando, esclavos de una panda de desgraciados caprichosos y consentidos. Eso es España, un reino de descerebrados.

Un reino de descerebrados llenos de alcohol que beben en la calle sin sentido los fines de semana -en Madrid ya también los martes y los miércoles y los jueves- vomitan, mean, se pelean, agreden salvajemente, ensucian, gritan... los observo algunas noches desde mi balcón y han conseguido que mi pena se fuese convirtiendo en piedad y compasión, que es lo que me producen las pobres almas descarriadas sin un norte claro hacia el que dirigirse. Después de varios litros de wisky ingeridos tranquilamente en la acera comienza el extraño ritual de los sonidos. Las pocas palabras que aún les quedan en sus huecas cabezas desaparecen y se convierten en gritos, mugidos, cacareos, relinchos... es digno de ver, Grice, porque a continuación comienzan a chocar las cabezas y a agredirse mientras salivan sin control. La policía, a la que siempre llamo, a veces viene, a veces no. Pero a estos desgraciados a los que rió la gracia papá en su primera salida de tono, las autoridades ahora por omisión les está aplaudiendo y dando palmadas en el hombro. No queremos darnos cuenta de la gravedad de este fenómeno de miles de chavales bebiendo en la calle y aniquilándolo todo, sobre todo a ellos mismos. Cuando un ciudadano cualquiera denuncia lo que ocurre todos los viernes y los sábados en muchas calles de su maltratada ciudad, las autoridades miran para otro lado ignorando a esos pesados a los que todo les molesta. Cuando en un pueblo rico cientos de jóvenes acaban asaltando una comisaría, todo son preocupaciones y planes urgentes de choque. No te alarmes, querido Grice, pronto se calmarán las aguas y volverá la indiferencia, y todo serán de nuevo Olimpiadas. Ya ha dicho hoy la delegada del gobierno que lo de hace dos días es un hecho aislado, como si lo que vemos todos los fines de semana fuese un producto de nuestra imaginación. Sigan mirando padres y autoridades para otro lado, cuando ya no se pueda hacer nada contra la dictadura de estos jóvenes botelloneros nos acordaremos de todas las gracias que les reímos.

Leech.

2 comentarios:

Francisco Negrete Mendoza dijo...

Como siempre, por culpa de uno que otro imbécil tenemos que pagar todos con las misma modena. ¡Tan agradable que es estar con los colegas tranquilamente en la plaza descifrando el mundo con una Mahou!
Un saludo, Javi.

Grice y Leech. dijo...

Y el gustazo de descifrar el mundo con gente tan inteligente como vos, Francisco. Bienvenido a estas tranquilas charlas. Un saludo.