sábado, 12 de abril de 2008

Retornos.

Me estoy leyendo "Retornos de lo vivo lejano", emocionante poemario en el que Alberti vuelve a su infancia y a su juventud, con sus hermanos, su madre, sus amigos, sus amores, sus paisajes... todo lo recuerda desde la lejanía del espacio y del tiempo con gran nostalgia. La lectura me ha llevado a pensar en las pérdidas que vamos acumulando cada día que pasa, aquellos trozos de vida que van fluyendo sin detenerse a esperarnos. Ya no somos partícipes de aquellos sucesos ni de aquellas existencias de las que un día fuimos testigos privilegiados. Los que nos pidieron consejo o solicitaron nuestro apoyo ya ni nos llaman, la fuerza de nuetras ausencias hizo que dejaran de tenernos tanto en cuenta. Y de esta forma se van espaciando los encuentros con los amigos con los que antes convivías a diario, las veladas con tus primos se cuentan con los dedos de las manos, los locales donde fumabas y bebías y charlabas sin descanso ahora atienden a otras clientelas y ni tu sombra parece ser la misma, ya no reconoces tu perfil en las paredes cuando vuelves a casa.
Una diáspora sin motivos políticos, económicos ni raciales es lo que ocurre en nuetras vidas, querido Grice, una dispersión absurda que te lleva a pensar que no es tan raro el sentimiento de Alberti, querer volver, aunque sea en espíritu, a formar parte de aquel mundo que era el tuyo y se dividió, cuando cada una de sus partes decidió seguir su propia corriente en diferentes direcciones sin tu participación. Solo las palabras, una vez más y como siempre, amigo, nos traen el consuelo en otra noche fría de recuerdos.

"...¡Qué consuelo sin nombre no perder la memoria,
tener llenos los ojos de los tiempos pasados,
de las noches aquellas en que el amor ardía
como el único dios que habitaba los bosques!"

Esperamos tu retorno a estas tranquilas charlas, estimado Grice.

Leech.