lunes, 3 de diciembre de 2007

Gente II

Querido Leech:Valga mi comentario de necesario contrapunto a una idea tan optimista como la de la amistad más allá de la muerte, una amistad eterna y que perdure. No lo veas como algo forzado, como un intercambio de ideas enfrentadas, sino como una realidad que se retroalimenta y convive en un mismo espacio que unos llaman "Wonderful world" y otros "Esta vida de mierda". La visión de las personas, por lo tanto, variará según las utilicemos: el fin (vamos pues a compartir), o los medios (éste será mi paraguas). Depende de lo que contenga tu cabeza. Para algunos la losa de la sepultura pesa demasiado (aun antes de haber salido de la cuna, casi) y para otros la idea de la muerte no es más que una metáfora desconocida, lejana y ajena. Puede parecer absurdo ligar lo humano con lo trascendente, pero ambas son caras de una misma moneda (la cara y la cruz). Ese peso te lleva a pensar que todo el mundo, al igual que tú, únicamente piensa en sí mismo, y en última instancia en que no vale la pena compartir lo que sea (esa vana materia) con los demás.De todas formas, supongo que con esa "gente compartiendo que te mejora" (prometo no volver a recurrir al sencillo recurso de lo ya escrito) te refieres a los conocidos. Bien, pues yo antes de empezar a hablar de estos, voy a hablar de los otros: de los desconocidos, para poder desgranar los cuatro trazos mentales que un día adopté como dogmas.Imagíname sentado en una estación de metro, escuchando música con un volumen que me aisle lo suficiente, como siempre estoy, viendo a la gente pasar (especialmente a las mujeres) y pensando en que ellos son solo marionetas que actúan para mi (pues yo soy yo, si fuera otro la visión cambiaría, obviamente).Mientras aquellos juegos de luces y sombras que interactúan con uno en la medida de las posibilidades que se les otorga, las personas conocidas significan algo completamente distinto. Los "amigos" son compañeros de viaje. Son el reflejo vital a través de los años, el consuelo de tontos y la idead que permanece inalterable (la ÚNICA que no se pierde). Esto es algo que escribí en una servilleta de papel una tarde de abril (es mentira pero suena poético):COMPAÑEROS DE VIAJE. Remedio filosófico para la muerte.No hay nada a lo que agarrarse. Nada imperecedero que nos defina impermeables. Sólo compañeros de viaje. Alguien que avanza con uno entre la bruma de los siglos, incapaz de ver las arrugas. Nos vemos reflejados en ellos. Vemos su tiempo y el nuestro que es el mismo.(De todas maneras y tras retorcernos bajo las sábanas buscando una tabla de salvación, la tristeza nos hunde al evocar a aquellos que un día libaron nuestro nectar, nos contaron nuestros secretos y hoy son depositarios de los nuestros, aquellos que mantuvimos su número de teléfono durante años, después de aquellos meses, aquel curso, campamento, verano en la playa, estancia en el hospital, partido de fútbol visto en un bar, un trabajo por horas (malpagadas), una reunión de vecinos, de aficionados al taror, de frikis que se lanzan sortilegios y lanzazos a través de dados... y luego nos olvidan como nosotros a ellos, difuminándose por el sitio donde llegaron: la Nada.Quiero pensar que existe una esperanza, un horizonte posible después de todo esto, de levantarse y caer. Creo que voy a ponerme "A un amigo desconocido", de Radio Futura. No dejes de escucharla. Yo no lo hago.

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