domingo, 19 de octubre de 2008

Ellas.

Vienen con su juventud a ocupar sus asientos y a tener sus oídos atentos, porque te conceden cierta porción de conocimiento, intuyen que para estar donde estás has tenido que aprender mucho y ahora ellas quieren apropiarse de ese aprendizaje. Entran a primera hora, te saludan y te ofrecen una colección de sonrisas impropias a esas horas de la mañana, desafiando al frío, al sueño y a su propia edad, que les pide pereza, abulia, apatía. También desafían a una gran parte de la sociedad, que les dice que no son nada sin un maquillaje apropiado, unas caras zapatillas, un llamativo vestuario que les haga parecer pequeñas rebeldes furiosas, díscolas sin motivo, sin razonamiento ni criterio; a una parte de la sociedad que les grita desde los medios que no se comporten con serenidad ni sosiego, que no mediten sus acciones, que se mueran antes que ser sencillas, que llamen mucho la atención para ser "espontáneas" y que para ser las mejores se lleven por delante todo lo que sea necesario: amores, amistades, salud... que estudiar es de aburridos y tener educación y buen comportamiento provoca sospechas, "a mí no me cuadra, no hay que fiarse, es impropio de su edad" he escuchado decir, querido Grice, a voces que se suponen algo autorizadas. Pero no hacen caso. Ellas como si nada, centradas en aprender, en ser mejores cada día, en pulir su personalidad con amor y esmero, preguntando, respondiendo, asimilando, señalando en rojo los errores para intentar no volver a cometerlos. Me hacen mejor cada día también a mí.

Porque nosotros, Grice, somos como velas, soportamos sobre los hombros llamas que nos van haciendo perder solidez, "nos queman" y nos vamos derritiendo. Y la cera derretida en la base del candelero puede ser raspada con espátula y arrojada a la basura o puede regenerarse, volver a cobrar forma de vela, que a veces ilumina y abre claros en la oscuridad, quién sabe. Ellas hacen que vuelva a hablar quien callaba y que vuelva a creer el que ya no lo hacía. Estamos salvados, Grice, no todo es desidia, no todo es grosería, no todo es pereza; hay "ellas" que le devolverán la dignidad a la especie... y áun no lo saben.

A todas ellas, por mejorar el mundo y por dejarme hacer mi trabajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola. Quiero darte las gracias por tus palabras de aprobación y despedida. El blog que dejo de actualizar fue idea de Luis, y sin saber de qué iría en principio le llamé Historias Fabulosas de Talbania y por ahí seguí metiendo la mano y la mollera. Pero como bien sabrás, un proyecto con intención literaria, y bajo el concepto de unidad temática, tiene que tener su fin. Y ya iban apareciendo otras muchas entradas que no se parecían al inicio, por eso le cambié de nombre. Pero ya está bien.

Seguiré vuesta ruta, no obstante, hasta ver si un día nos conocemos en Madrid.

Con mis felicitaciones

Pruden