lunes, 22 de agosto de 2011
Indignos.
Con esas caras de perros asesinos, con esa pinta de verdugos, con toda la ilegalidad de un uniforme sin placa de identificación, estos salvajes pegan a cualquier ciudadano: mujeres, hombres, ancianos, niños...; estos indignos retienen a periodistas, les tiran las acreditaciones, les golpean y les amenazan; estos lacayos, con toda su brutalidad y su armamento, cortan calles, prohíben pasos, quitan libertades. De sus bocas brotan rebuznos, mugidos: "me sale de los cojones; te pego dos hostias; me saco la identificación de la polla". Esto dicen, esto hacen, uno pasa a su lado y se prepara para el porrazo, el exabrupto, el atropello. Pasan y van como drogados, eufóricos, divertidos en pegar a gente inerme, en abusar del débil, en pisarlo, en zaherirlo. Y estaban para prtegernos. No me salen las palabras del asco que siento, por eso te dejo los vídeos.
Querido Grice, cada día vivimos más envueltos en sombras.
Leech.
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2 comentarios:
Uno de estos dias, cuando me acerqué por Sol para ver cómo había tomado la policía esa plaza, como si una gran catásfrofe o un gran atentado terrorista hubiera sucedido, sin en realidad haber ocurrido NADA, esuché a un señor decirle a un policía: "De tanto utilizar el uniforme se le va a ir quitando el color y quedará gris con tanto lavado". Y uno piensa: qué poco importan los colores de los uniformes: el problema no es su color, sino su propia existencia. Ya ves. Las cosas podemos decir que casi siguen como siempre, aunque solo varíen algunas tonalidades...
Eso es lo más aterrador, que casi nos habíamos creído que ciertas cosas habían cambiado. Ilusos. Gracias por tu comentario.
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