Descansa el guerrero agazapado en su escondite, exhausto de pelear en una batalla que ya antes había ganado. ¿Será una pesadilla? Volver a luchar contra lo que un día vio caer a sus pies, un extraño enemigo sin rostro y sin nombre que incomprensiblemente vuelve a aparecer dos años después -¡qué mal perder!- y se resiste a darse por vencido -¡qué mala uva!- Y así está el guerrero, descorazonado, pensando que quizás sus manos se tengan que volver a manchar de sangre cuando lo único que desean es reposar, labrar la tierra hasta donde le dejen, levantar su hogar y vivir en él, solo o en compañía, aportando lo que pueda a su comunidad.
Pero aún suenan en su mente los sonidos de la batalla, el roce de los metales, el grito de los caídos, la triste letanía de los que se retiraron antes de tiempo porque no pudieron soportarlo. ¿Volver a pasar por esto cuando ya estaba superado? ¿De nuevo batirse bajo los calores del comienzo del verano cuando ya se daba por vencido al enemigo? ¿Qué clase de tortura es esta?
Agazapado y sin fuerzas reposa el guerrero y sabe que inevitablemente volverá a levantarse y a empuñar las armas de nuevo si así se lo exigen, si aún no están convencidos de su valor y entereza aquellos que ni rostro ni nombre poseen. Volverá a transitar la senda que cada dos años transita, todo tan conocido, tan repetitivo. Volverá a encontrarse con altos muros que escalar, anchos ríos que cruzar, espesos bosques que atravesar, amigos fieles que le acompañen y enemigos obstinados y llenos de veneno que le vayan poniendo a prueba. Combatir, derribar, doblegar... volverá a pelear y a vencer, quizás por última vez, quién sabe lo caprichoso que se puede mostrar de nuevo el azar con nuestro pobre guerrero. Dejémosle entre tanto que duerma y disfrute.
Para Fran, que volverá a aprobar, esperemos que para siempre.
jueves, 3 de julio de 2008
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1 comentario:
Conozco dos guerreros que, intuyo, y digo, solo es una intención, no es certeza, ni lo que quisiera, que también, sino una leve sensación interior, que este año se han batido en duelo con un dragón que han matado de por vida (si a Esperanza, no la metafísica, sino la real, no se le pone en los huevos, con perdón).
O sea, que son más valerosos que el propio San Jorge, cuyo nombre en griego es "el que recoleta". Así sea, que recolectéis los buenos frutos plantados.
Iconografía: http://www.painting-palace.com/es/paintings/16477
Me encanta este cuadro de Moreau
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